''Jeff y yo luchabamos en el circuito independiente. Una noche, nos tocó conducir después de un combate y estábamos los dos muy cansados. Normalmente, lo cortés es mantenerse despierto cuando el otro conduce, aunque sea por razones de seguridad. Veníamos de un late night y le dije a Jeff: 'Haz lo que quieras, pero por favor no te duermas porque estoy hecho polvo'. A los 30 minutos de viaje, el tío ya estaba durmiendo en el asiento de copiloto. Subí el volumen de la música, bajé las ventanillas, pero el tío seguía durmiendo. El caso es que, cuando estábamos ya cerca de casa, pasamos junto a unas obras donde había un camión muy alto aparcado. Me salí de la carretera y coloqué el coche justo enfrente del camión, morro con morro. Esperé unos cuantos minutos, le dí al claxon y empecé a gritar: ¡¡¡DIOOOOS!!!. Jeff pegó un brinco, le miré y le dije: '¡No se te ocurra volver a dormirte conmigo!'